El adios

Diez días en la vida de un hombre, son como una minúscula gota en todo su círculo vital, en toda su experiencia de vida. Pero, a veces, las experiencias de vida se hace a fuerza de gotas pequeñísimas. Diez días en mi vida cambian el rumbo de mi vida. Hoy ha sido el adiós e cinco años de convivencia y, al parecer, de unos cuantos de incomunicación, de silencío sentido, de silencio sonoro. Hoy se ha ido, y un cacho grande de mi se va con ella, muy grando, demasiado grande como para no hacerse dificil de soportar. El ser humano no para de sorprendernos y es capaz de sufri en silencio sin compartir su pena. Pero el ser humano tiende a la supervivencia como primera fuerza vital. Ella ya pasó lo que yo paso y opto por su supervivencia, por vencer, dominar y ganar al dolor de su corazón que , en silencio, se alejaba del mio poco a poco.

Ella se ha ido y parte de mi mundo se ha ido con ella. Un gran cacho de mi ser, transmuta para siempre con ella. Como parado en el tiempo contemplo estos diez días, como introducido en un agujero negro, de repente, amanezco en un momento de vida conpletamente diferente. Nada tiene sentido y todo lo tiene a la vez.

Mi vida se detiene quieta, parada e inmovil. No puedo hacer nada más, no puedo moverme, no puedo sentir porque no soy capaz de sentir. Nada tiene sentido y solo esa lágrima seca que corré mi mejilla me hará recobrar poco a poco el sentido y algo e movimiento.

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