Una pequeña historia

Hoy ha sido un gran día.

De mañana, pronto, cuando la escarcha aún reposa en la fina hoja de la hierba, cuando el campo desprende ese olor único del inicio; he salido a montar a caballo.

A eso de las siete, entre el rocío y el resplandor del sol que intentaba vencer la espesura de la niebla que nos acompaña, y que me acompaña; he salido a montar.

Suave, tranquilo, sintiendo al caballo entre mis piernas, dejándolo que guíe él su movimiento, acordeando mi cuerpo al firme torso de su cuello; he salido a montar.

El silencio, la paz, el recogimiento, el sonido del espacio eran mi compañía enfilando los caminos que el hombre, poco a poco, ha ido labrando en la madre tierra.

La yegua, sabia y tranquila, acompaña su dulce y rítmico paso con leves sonidos de su cuerpo. Ella, siente el espacio, y se siente así misma en su cadente sonido del impacto de los cascos con la tierra.

En un cierto punto se para, otea el horizonte, eleva sus orejas y arquea sus cuello enfilando su gruesa y espesa cola. Ella, en este punto, se había dado cuenta de que no estábamos solos.

A lo lejos del camino...al fondo de la línea recta de tierra rodeada de árboles de un frondoso paisaje, yacía sentado, observándonos, un joven y encuriosido zorro.

El tiempo, se me asemeja con la distancia, se detuvo. Tres seres delante el uno del otro, observándose.

La yegua, segura, veterana y equilibrada como ninguna, mantuvo la pose y su posición… que es la mía. El zorro, rebosante de curiosidad por semejante imagen, se acerco hacia nosotros lentamente y se detuvo a unos veinte metros. Su cara, joven y curiosa. Sus ojos vivarachos. Su morro afilado. Todo ello se me presentan ahora como un cuadro de naturaleza.

Desde la distancia, el joven zorro apuntaba su nariz hacia nosotros, estirando su cuello hasta la máxima longitud posible, intentando discernir a través de sus sentidos, el sentir de ese momento.

No os puedo decir cuanto tiempo hemos estado así. De verdad, es difícil saberlo. Finalmente el joven zorro , siguió su camino sigilosamente y desapareció por la espesura de al lado del sendero de tierra. La yegua le siguió con un leve giro de sus orejas...y prosiguió su lento y cadente caminar.

Hoy ha sido un gran día

1 Comment:

  1. Anónimo said...
    Va ANIMATE, me gustaria que nos delaitaras con otra historia fantastica y llena de sensibilidad y sensaciones de este mundo maravilloso !

    Porfa animate !

    Saludos,

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